BAJO LOS DESTELLOS DEL FARO VARGAS
Como obra de fina orfebrería refulge bajo su campana de acero el fanal del faro Vargas, mimado más que cuidado su delicado mecanismo de relojería, el pulido bronce y los prismas como diamantes.
Si la maquinaría es un orgullo, la otra joya es la alta torre, de piedras de cantería colocadas con una precisión que obliga a mirar de cerca una y otra vez lo que fue construido para alumbrar la distancia.
En la noche los destellos se repiten cada cinco segundos, anunciando a los navegantes del mar y el aire que se encuentran a la vista de Cabo Cruz, cerca de los puntos relevantes de la geografía de Cuba.
Bajo su luz medio millar de cubanos vive y trabaja, en un poblado de calles onduladas y escasas, la principal bordeando el azul de las ondas que llegan calmadas por la barrera arrecifal.
Presente del Cabo
Más de 120 años cuenta el faro. Los torreros viven ahora en apartamentos similares a los de cualquier zona de microbrigadas, mientras la vieja casona, restaurada con rigor y buen gusto, se ha convertido en museo y centro de visitantes del poblado.
Hace décadas Cabo Cruz dejó de ser un lugar de soledad y abandono. La época en que era necesario trasladar a los enfermos graves a Niquero a bordo de un bote constituye hoy memoria remota de viejos pescadores.
Una gran parte de la fuerza laboral de la localidad se dedica a la pesca. El establecimiento Adalberto Pesant, de la juridicción del combinado pesquero de Niquero, cuenta con 15 barcos.
A comienzos de diciembre el colectivo había sobrepasado los programas extractivos de langosta, quelonio y cangrejo.
“Solamente el plan de especies de escama está pendiente, con el 93% del acumulado anual al cierre de noviembre, aunque los trabajadores no escatiman esfuerzos para cumplirlo antes de finalizar el año”.
Lo dijo Ibrahim Alcalá Piñón, administrador del establecimiento, quien precisó que unas 20 toneladas de captura era la cifra que los distanciaba entonces del éxito absoluto de sus compromisos en 1992.
Los que no pescan tienen otras fuentes de empleo: un taller de artesanía, el centro de reproducción de Organismos Marinos, la escuela, los establecimientos comerciales. También cuentan con médico de la familia y ambulancia, servicio telefónico … nada falta en el pequeño mundo.
Como el pueblo es pequeño, es normal encontrarse varias veces con los mismos vecinos, serios en el modo de ser, pero acogedores y fraternos en el trato.
Poco después de amanecer, los 67 muchachos de la escuela primaria Hilario Hernández contrastan el colorido de sus uniformes resplandecientes, sus sonrisas y voces alegres con el tranquilo mar frente al malecón mínimo.
El resto de la mañana transcurre la vida más en calma; los abuelos hacen los ejercicios, algún barco zarpa por algunas horas hacia las presas de pesca o tal vez entra el ómnibus.
La tarde es más de los chicos, casi siempre pegados al mar, y en la noche se llenará la sala de video en el Museo o, esporádicamente, habrá un baile con música de órgano oriental.
El Capitán Armando Hernández Reyes, jefe del puesto de Tropas Guardafronteras en Cabo Cruz, destaca el respaldo que brinda la publicación a las tareas de la defensa.
“Nuestra unidad es la encargada de preparar a los milicianos y reservistas de la población, dice, que cuenta así mismo con dos destacamentos Mirando al Mar con resultados sobresalientes”.
Una mañana de mucho ajetreo le robo unos minutos a Lisset Palmero Rodríguez, delegada del Poder Popular en Cabo Cruz, cuya circunscripción cuenta con 236 electores.
En enero, plantea, va a concluir su segundo mandato. Se siente satisfecha por la labor de siete años y por haber podido desempeñar, como mujer, una tarea de responsabilidad.
Señala que los planteamientos de la población se han hecho siempre sobre la base de las realidades del país, con soluciones brindadas en la propia localidad y con la ayuda de la provincia.
“Si alguna circunscripción en el país ha sido beneficiada, es esta, afirma. Honestamente tenemos que decir la realidad: nunca hemos sido abandonados. No nos podemos quejar de lo que la Revolución ha puesto en nuestras manos”.
9.2.08
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