Grand Prix Jardines del Rey
PASION ENTRE TRES
BITACORA. No 4, otoño 2000, p. 38
La apertura de la pista laguna de la Leche probablemente sea la mejor noticia de la motonáutica cubana 2000.
Un Oldsmobile convertible de mediados de siglo, con carrocería en llameante amarillo, emcabezo el desfile inaugural del Grand Prix de Motonáutica Copa Jardines del Rey, segundo certamen de Fórmula T-1 efectuado en menos de dos semanas en aguas cubanas.
Como si los 40 000 habitantes de la ciudad de Morón se hubieran congregado en sus aceras y añejos portales, la larga calle Martí se veía atestada de público desde la simbólica estatua cantante del gallo hasta el parque Agramante, junto a la iglesia y frente a la vieja casa parroquial, en cuya azotea dos monjas comentaban con admiración el paso colorido de las lanchas en sus remolques, escoltadas por pelotones marciales de escolares, mujeres, médicos, milicianos, campesinos, obreros.
Ubicada a 460 kilómetros al Este de la capital, en la central provincia de Ciego de Avila, Morón no es una ciudad costera, sino una vieja villa agrícola que ha trocado su destino con el surgimiento con un enclave de sol y playa de promisorias perspectivas al norte de su enclave. A escasos tres kilómetros de su entramado urbano, abre su dilatado espejo de 6 600 hectáreas la Laguna de la Leche, el mayor acuatorio natural de Cuba; sus aguas blanquean con el viento que las agita y levanta los sedimentos del fondo, de ahí su nombre.
El final de un camino ancho y compacto, donde tal vez antaño hubo vegetación y humedad, el sábado 15 y el domingo 16 de julio amanecía colmado por miles de espectadores. Docenas de tenderetes de firmas comerciales vendían en moneda nacional y en divisas todo lo que su sed y gusto reclamaba y podía pagar.
Mientras en un área reservada los pilotos y mecánicos ajustaban motores y escogían propelas antes de bajar las máquinas al agua.
POR QUE UN NOMBRE
Jardines del Rey es desde hace tres años la marca que identifica un producto turístico integrado en principio por los Cayos Coco y Guillermo, pero que en las proyecciones del sector abarcará un extenso tramo del subarchipiélago también identificado por los geógrafos como Sabana-Camaguey. Los límites se sitúan en Cayo Francés, por el oeste, y en Cayo Cruz, por el este, con un potencial de alojamiento que se estima en 33 300 habitaciones.
Este destino tiene un alto contenido de sol y playa, pero se espera que sus operadores apostarán también con decisión por los deportes náuticos y el ecoturismo, aprovechando la cercana barrera coralina para el buceo y la abundancia de aves y conservada flora. Hace pocos años capturaron a la altura de Cayo Guillermo la primera aguja con avíos deportivos. En Jardines del Rey funcionan cinco hoteles y dos villas, con una capacidad conjunta de 2 300 habitaciones.
A este destino turístico, durante 60 kilómetros al norte de Morón, se dedicó la competencia de Fórmula T-1, auspiciada por la compañía mexicana Naupro y el Comité Organizador de Motonáutica de Cuba. Mirabel Risquenes Pérez, quien `preside la entidad local, dijo estar convencido de que el certamen permanecería en Laguna de la Leche a partir de ahora, de igual modo que desde hace cuatro años lo realizan en Cienfuegos.
En la conferencia de prensa celebrada en el hotel Morón la víspera de las carreras, el licencia Julio César Torres, director comercial y representante de Naupro, respondía a BITACORA:
-Sin dudas el motivo más importante de nuestra fidelidad a las pistas cubanas es la hermandad entre los pueblos de México y Cuba. Recuerdo que hace unos años la inquietud de Mirabel Risquenes nos hizo venir y ya en 1997 teníamos la carrera en Cienfuegos; ahora pensamos no sólo traer este deporte a Cuba, sino en organizar un Campeonato del Caribe de Motonáutica Fórmula T-1, del cual este país sería el centro. Para Naupro es un verdadero orgullo estar presente y los pilotos disfrutan mucho estas carreras.
EN LA PISTA
Los dos días de competencia, antes de las 11 de la mañana, el camino de Morón a la laguna era una fila continúa y múltiple de personas. Los paraguas multicolores se abrirían media hora después, cuando el rugido bronco de los motores pusiera a todos cara al agua bajo el sol inclemente.
El circuito de carreras es un rectángulo de 1 600 metros de perímetro, delimitado por cuatro boyas de color naranja. Entran en competencia 15 lanchas que darán 10 vueltas a cada heat, cinco en cada una de las dos jornadas de competencia. Se aplica el sistema de back to back; dos heat seguidos sin asistencia ni reabastecimiento de combustible, luego un receso, dos heat más, otra pausa, y el heat final. Lo mismo al día siguiente.
Las banderas indicadoras se suceden desde la lancha de los jueces: la azul, la naranja, luego la verde-amarilla y la blanca al final, que bajan de un vigoroso tirón con la orden de arrancada. En la salida misma del primer heat de la Copa Jardines del rey toman la punta los que serán a lo largo de un centenar de vueltas a la pista los protagonistas de una de los mejores certámenes de motonáutica celebrados en Cuba.
Copan la vanguardia los mismos que una semana atrás tuvieron un mejor desempeño en la cita de Cienfuegos. Ruth Brown, una mujer en la lid, saldrá heat tras heat con una decisión admirable en su máquina número 7, bajo la enseña de Jardines del Rey. Todd Borden, en la 34 de XX Lager, sigue a la bonita muchacha, la sobrepasa y la pierde en la primera ronda, sabiendo que le quedan nueve ocasiones más para revalidad la categoría mostrada en el Grand Prix anterior. Tomás Guillén, en la 5 -Cuba, Armonía Vital-, resplandece y se opaca por momentos; Jay Price, al timón de la número 1 de Cervezas Corona, se empeña en rescatar el título que perdió en Cienfuegos por primera vez en cuatro años.
Pocos interfieren en este duelo. Carlos Buitrón, en la 22 -Cubana de Aviación-, logra imponerse en el segundo heat, pero luego no soporta la presión de los líderes. Guillén logra introducirse varias veces en segundo o tercer puesto cuando se levanta la bandera a cuadros, y con esto acumula puntos que le llevarán a un consolador cuarto lugar al cierre del décimo heat.
Pero el verdadero reto queda pactado entre los norteamericanos Borden y Price. El piloto de XX Lager entra limpiamente en punta en seis ocasiones, pero la lancha de Cervezas Corona lo sigue implacable la mayoría de las veces. Jay Price, calmoso, desarrolló su estrategia de dejar a los rivales reventar sus máquinas mientras él gana metros s docenas en cada giro a las boyas y se coloca airoso en las posiciones de ventaja. La presión sobre Borden al tomar uno de los ángulos hace que la verde 34 salte por los aires en una voltereta espectacular, sin daños.
Price, que había lidereado ya dos heat y obtenido cuatro segundos lugares y dos terceros en nueve entradas a meta, se encontró en la última arrancada con la lancha de Tomás Guillén frente a su proa y en la colisión salieron ambos de competencia. Quedó así Todd Borden en libertad para rematar su labor sin el acoso de Price, aunque siempre con la persistente escolta de la mexicana Ruth Brown.
Fue, sobre todo, una competencia apasionada , llena de incidentes. El sábado se volcó la máquina 111, de la Escudería Copextel, conducida por el español Miguel Betancourt. El domingo ocurre el vuelco de Borden, perseguido por Price; el choque entre las lanchas de Price y Guillén y el vuelco de la 27, de Tropicota.
Los puestos de honor fueron para Todd Borden, con 2600 puntos, para Jay Price, con 2521 y para Ruth Brown, que completó 2179 unidades, muy superior a los más cercanos de sus subsiguientes rivales. Con sus resultados en la pista cubana, el californiano Borden se coloca a un paso de ganar su primer título mexicano en motonáutica.
9.2.08
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