9.2.08

EL SIGLO NÁUTICO CUBANO
(Artículo escrito en 2002)

Paseando las costas de La Habana encuentra uno docenas de muchachos que cabalgan las olas sobre una tabla rústica y se deslizan imitando a los surfistas de Australia y Hawaii que han visto en las películas. Otros se hacen a la mar sobre artefactos indescriptibles, para pescar sin ningún alarde lo mismo una ensarta de rabirrubias que una aguja de las que hicieron la leyenda de Hemingway. Y es que al cabo el cubano acabó por descubrir el mar, después de vivir a sus espaldas por siglos.

Todavía era Cuba colonia española, cuando en 1886 la aristocracia local se fijó en ciertas modas foráneas y para pasar el tiempo libre creó el Havana Yacht Club, que un año después organizó la primera regata a velas de la historia del deporte en la isla. El estreno de la república en el siguiente siglo, multiplicó las asociaciones del mismo corte. Las sedes sociales de éstas se ubicaron cerca de las costas, se apropiaron de playas y caletas, construyeron muelles para sus lujosas embarcaciones y en las páginas de los periodicos aparecieron por primera vez crónicas náuticas que alternaban con las rutinas del beisbol, el boxeo profesional y las carreras de caballos.

El asunto al parecer marchó bastante bien, porque en 1930 ya se anunciaba en la prensa un astillero en las márgenes del río Almendares, donde construían embarcaciones de placer de diversos diseños. Un cuarto de siglo más tarde, el cronista de yatismo Emery Lippai estimaba en "unos centenares" los yates de recreo en Cuba, además de unos cientos de embarcaciones de pesca recreativa "más o menos muy pobres". La flota de competencia estaba integrada en esa época por una veintena de veleros tipo estrella, 30 snipes y dos yates grandes, "El Criollo" y "El Ciclón", ambos ganadores de importantes trofeos.

Probablemente el snipe sea la modalidad que mayor auge alcanzó por aquellos años, en parte debido al relativo menor costo de estas embarcaciones. El Miramar Yacht Club, otra de las asociaciones náuticas habaneras de entonces, se dedicó a promover esta modalidad de velas ligeras, cuyo programa anual sobrepasó las veinte competencias y que llegó a medirse con buenos resultados en certámenes internacionales, como los campeonatos del Hemisferio Occidental en Bermudas y el Mundial de Cascais, Portugal, en 1957.

Hoy dia el snipe se mantiene como una de las modalidades del deporte náutico en las que Cuba puede aspirar a lauros en las pistas internacionale de mayor relieve. Prueba de ello son la cadena de triunfos en Juegos Panamericanos y el oro en el Mundial de España en 1999, logrados por Nélido Manzo y Octavio Lorenzo.

Velas mayores
En la época de la Segunda Guerra Mundial entró en los programas competitivos de los clubes habaneros otra actividad náutico- recreativa: la pesca mayor. Los primeros certámenes fueron organizados por el veterano Havana Yacht Club, pero antes de que finalizara en Europa la contienda bélica, el liderazgo pasó al Club Náutico Internacional de La Habana. A partir de 1950 y durante toda una década, esta asociación convocó los torneos de pesca de agujas por la Copa Ernest Hemingway, que atrajeron competidores foráneos y trascendieron hasta el presente como un verdadero clásico del deporte de las varas y los anzuelos.

Por los mismos años en que llegaba a su auge la pesca mayor a la altura de la costa noroccidental cubana, prosperaba la motonáutica entre la afición local. Carreras de cruceros a motor se efectuaron en la bahía de la Habana en 1952, antecedente de las memorables regatas Offshore de 1995 y 1996, y de las luego más repetidas de las lanchas de Fórmula T-1 y de motos acuáticas, cuyos escenarios se han extendido a Cienfuegos, Santiago de Cuba y la Laguna de la Leche, en la provincia de Ciego de Avila.

Viejas revistas ofrecen la leyenda de que el encuentro de dos veteranos yatistas en un cafetín de la calle O'Reilly dio origen a la Regata San Petersburgo- La Habana, una aventura de 284 millas marinas entre el oeste de la Florida y la costa norte de Cuba. Este certamen fue organizado por los comodoros Gidge Gandhy, del Saint Petersbourg Yacht Club, y Rafael Posso, del Havana Yacht Club. La arrancada ocurrió el 29 de marzo de 1930 y la primera embarcación en entrar por la boca de la bahía habanera fue el Haligonian, que hizo la travesía en 41 horas y 42 minutos, registro que se mantuvo siete años como record.

La regata pasó a responsabilidad del Náutico Internacional desde la fundación de este en 1946 y se estableció como un evento permanente hasta 1959, período en cuyo transcurso formó parte del circuito náutico oficial del sur de los Estados Unidos, denominado Southern Ocean Racing Conference.

A pesar de la importancia de la Regata San Petersburgo-La Habana como evento sistemático, además de su alta participación, elevada competitividad y nivel técnico, el concurso de navegación deportiva a la vela de mayor relevancia organizado en Cuba es sin discusión la prueba transatlántica de 4 200 millas náuticas entre La Habana y el puerto español de San Sebastián, realizada en 1951 y repetida cuatro años después.

En la primera, el velero de tripulación nacional, La Cubana, llegó segundo a la meta. En 1955, El Siboney, que llevaba el pabellón cubano, era en realidad un viejo barco inactivo adquirido en la Florida, alistado en pocas semanas y puesto en marcha con una tripulación valiente y experimentada, pero que no pudo pasar de la sexta singladura (jornada completa de 24 horas de navegación) a causa de una racha de viento que rajó el viejo mástil. Esta vez ganó el Mare Nostrum, del Club Náutico de San Sebastián, estableciendo un record de 24 dias para ese trayecto.

El diferendo político entre Estados Unidos y Cuba no frenó los intentos de contacto de los yatistas de la nación del Norte con las costas cubanas. En 1978 se corrió una regata de Key West a Varadero, replicada luego otras cuatro veces en años dispersos. En 1994, Bob Winter, del Sarasota Sailing Squadron lideró la regata Hands Across the Water, que llevó a Cuba 86 embarcaciones y 390 yatistas norteamericanos. Dos años después, Jim Duncan organizó Ocean Racing Venture, que en la primavera de 1997 arribó a La Habana con 113 veleros compitiendo por la Copa Habana desde Tampa, Florida.

En la actualidad, el Club Náutico Internacional Hemingway de La Habana funciona como interlocutor de los intereses náuticos foráneos hacia Cuba, donde organizan entre otros eventos sociales, las regatas Castillo del Morro. Así, aparte de las procedentes de territorio norteamericano, ha sido puerto de meta de importantes travesías como la Transat de los Apasionados (que el primero de abril último recaló nuevamente en Santiago de Cuba), la Times Clipper del 2000 y la Cádiz- La Habana del 2001, con 32 veleros que rememoraron las 4 000 millas desde la costa española hasta la capital de Cuba.

Esta historia abarca ciertamente un poco más de un siglo típico, pero de cualquier manera es seguro que tendrá su continuidad en un momento u otro, pues el Archipiélago Cubano se halla en todas las rutas del Oceano Atlántico y, lo más importante: los muchachos que cazan olas en las rompientes costeras tienen desde ya una evidente vocación náutica.

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