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NATURALEZA VIVA DE CABO CRUZ
Tourism Press Service / Año 2, No 19, pág. 30, 15 octubre 1994

Lejos está Cabo Cruz, inmenso como la proa de un gran buque entre las aguas someras del Golfo de Guacanayabo y las muy profundas del mar caribe, en el extremo sureste de la isla de Cuba. Distante de la capital está, aunque no de la ciudad de Manzanillo, con su aeropuerto, o del hotel Marea del Portillo.

A Cabo Cruz, en la provincia de Granma, se llega por tierra admirando bellas muchachas en pueblos pintorescos y saludando amigos en pequeños caseríos agrícolas. La carretera se estrecha hasta convertirse al final de la calle principal del poblado de medio millar de habitantes que viven a la luz del faro Vargas.

Es una bella construcción la torre que cada cinco segundos envía en las noches su señal luminosa a los navegantes del mar y del aire. Tiene 34 metros de altura y fue edificada entre 1859 y 1871 con piedras de cantería extraídas a corta distancia, donde quedó una excavación que las aguas han repletado.

Los destellos del faro tienen un alcance geográfico de 17 millas, aunque su luz puede ser percibida al doble de esa distancia. El fanal que la emite es como una joya de bronce pulido y traslucidos prismas, instalada hace más de cuatro décadas. Antes de la electricidad se empleó el acetileno, que sustituyó a los mechones de aceite como fuente lumínica.

Un pequeño malecón con un almendro joven delimita del mar una plazoleta que a lo mejor es sólo un ensanche leve de la calle; las viviendas alternan con árboles y flores silvestres nacidos casi en la roca. Eso es el pueblo, que más allá del faro se dispersa un poco entre los mangles y en el otro sentido sigue la curva ascendente del acantilado.

El ambiente es acogedor, limpio y tranquilo. En la mañana salen los barcos a faenar los peces de escamas, langostas o quelonios y varias docenas de chicos sacan al sol el cascabeleo e sus voces y el color de sus uniformes escolares. Luego todo queda en calma y las amas de casa hacen sus compras como en cualquier pueblito del mundo.

La pesca es la principal fuente de empleo y también la artesanía basada en recursos marinos. Hay un importante Centro de Desove de Organismos Marinos donde hace tres años se investiga con buenos resultados y se contribuye a la producción e ostión de mangle. Un importante recurso de oferta en el turismo de la región.

De igual forman han comenzado estudios sobre el cangrejo centolla, mientras en las aguas tranquilas entre la costa y la barrera de arrecifes que abraza como un arco el litoral de Cabo Cruz crece una buena colonia de cobos, un gran molusco cubano bien conocido por la belleza de su concha y su carne suculenta.

UNA PROPUESTA BIEN ENCAMINADA

La distancia entre Cabo Cruz y los grandes centros urbanos no constituye una desventaja, sino más bien todo lo contrario. La zona posee valores ecológicos e inclusive arqueológicos y para los amantes de la espeleología, la observación de aves y otras opciones de interés.

Justamente en tal sentido se discutió una propuesta presentadas por especialistas granmenses el pasado mes de junio en el IV Simposio Iberoamericano sobre Turismo, efectuado en La Habana. El plan director en Cabo Cruz toma en cuenta las especialidades turísticas del lugar, plantearon entonces expertos en Planificación Física del territorio.

En principio estos sugieren un cambio del esquema urbanístico de la localidad, que mejoraría aun más las condiciones de vida del lugar y adicionaría una fuente de empleo con la construcción de una parcela hotelera de 40 habitaciones y de una marina, que constituirían la principal infraestructura turística.

Hay al costado del pueblo una pequeña playa de aguas transparentes que probablemente pueda mejorar y ampliarse con adecuada ayuda tecnológica. La próxima barrera coralina ofrece posibilidades al buceo, múltiples deportes náuticos son factibles en las tranquilas aguas entre la rompiente y la costa, mientras la pesca deportiva es siempre allí una alternativa tentadora.

Tanto es así, que el enclave fue escogido desde hace algunos años para la celebración de los torneos nacionales de pesca de la barracuda y otras competencias que auspicia la Federación Cubana de Pesca Deportiva (FCPD) en Granma. Jureles, pargos, rabirrubias e inmensas guasas nadan en esas aguas.

ALGO MUY ESPECIAL

Por tan múltiples posibilidades, los especialistas de la dirección provincial de Planificación Física estiman que un centro turístico en Cabo Cruz sería un complemento ideal del Parque Nacional Desembarco del Granma a muy pocos kilómetros del poblado, que recuerda la acción comandada por el actual presidente Fidel Castro.

Todavía más cerca, a penas a pocos cientos de metros de las primeras casas de Cabo Cruz, los aficionados a descubrirles secretos a la vida animal y vegetal y los interesados en las culturas aborígenes de Cuba pueden satisfacer sus expectativas por un camino agradable y ameno.

Se trata del Sendero Arqueológico y Natural El Guafe, cuyo recorrido está previsto para dos horas, pero que puede convertirse en la atracción de todo un día o varios, si el caminante desea de veras conocer a fondo al menos una parte de lo que al menos se expone.

En ese tiempo puede que la suerte favorezca al observador y encuentre un ejemplar de la lagartija de hojarasca (Cricossaura typica), el reptil más pequeño de Cuba, o logre fotografiar el total de las 12 aves endémicas que andan en la zona, entre estas los carpinteros Churroso y Verde, la Cartacuba, el Juan Chivi y otras.

La flora no ofrece menos, pues un cactus que por la apariencia de sus frutos recibe el nombre vulgar de Aguacate Cimarrón, compite en talla con los más altos árboles del entorno. En cambio, nadie descubriría sin ayuda o conocimiento previo a una pequeña orquídea, menor que las hojas del árbol que parásita.

Cuando continúa el recorrido entre 190 especies de árboles, sorprende la vista el abrazo mortal que ha dado un jagüey de potentes raíces aéreas al almácigo corpulento en cuya copa ha nacido, mientras de trecho en trecho, visita acá un antiguo asentamiento indígena, allá una cueva funeraria y más adelante otra que muestra ídolos tallados en la roca.

Una de las grutas más impresionantes es la Cueva del Agua, un recinto parcialmente inundado por las infiltraciones donde una deidad india tallada en la piedra, Gabeira, recibe el sol en una única ocasión al año; a la una de la tarde de cada 21 de noviembre.

Cristóbal Colón dio nombre a Cabo Cruz . . . pero dejó a la gente de esta época la emoción de descubrirlo.

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