9.2.08

VELAS DE NAVIDAD EN LA HABANA
Cuban Review, Edición Especial, Enero 1995, pág. 27

Los vientos del última frente frío de 1994 hincharon las velas de la primera Regata Feliz Navidad en La Habana, el mejor acontecimiento de datismo del año organizado por el Club Náutico Internacional Hemingway (CNIH).

Una flotilla de 15 en las divisiones working sails y all sasils compitieron a lo largo de las 18 millas de ida y retorno a la vista del litoral habanero, entre el canal de entrada de la Marina Hemingway, sede del certamen, y la baliza de recalada del Morro de La Habana.

La presencia –no obstante el inconveniente meteorológico- de tripulaciones de Argentina, Brasil, Canadá, Chile, varias de España y Estados Unidos, de Italia, México y Uruguay, junto a las de Cuba, puede ser interpretada como una señal de que el yatismo retorna, aunque pausado, a las aguas del archipiélago.

El mal tiempo invernal, que retrasó en un día el programa de la competencia, dejó como rezago un estable viento de unos 25 nudos que el martes 27 de diciembre permitió navegar por largo a los mayores veleros.

Uno de los de grandes dimensiones en la cita fufe el Emerald Rose, de 53pies de eslora, que fue el primero en cruzar la meta en la jornada de apertura. La capitana, Isabel Piñón, es una entusiasta española, que en un par de semanas logró entrenar a una docena de chicas, cubanas y una argentina.

“Yo quería un equipo de varones y no lo conseguí, se enrolaban en otros barcos; luego decidí contar con estas chicas, algunas con conocimientos náuticos y otras no, y en un tiempo mágico logramos formar la tripulación”, afirma la capitana, y asegura que le hace mucha ilusión presentarse con este mismo equipo si hay otras regatas.

La Regata Feliz Navidad en La Habana se basó en el reglamento de la Internacional Racing Rules. Los tiempos de travesía son corregidos por el jurado de acuerdo con determinados requisitos, para igualar las oportunidades de veleros con características diferentes.

De este modo, el Emerald Rose le correspondió en la primera regata un tiempo corregido en 2 horas, 13 minutos y 8 segundos y, aunque entró seis minutos antes a la meta, ese día fue relegado al tercer lugar por el Vintage Port II, de Estados Unidos, cuyo tiempo corregido fe 2:11’7’’ fue el más bajo de la carrera, y por el Thumper, de Argentina, con nueve segundos más.

Durante el segundo día de regatas hubo vientos inestables en dirección y con velocidades que fluctuaron de 2 a 14 nudos en los instrumentos de a bordo. Había que ser un sabio para cazarlos en la superficie. Ese día se adelantó a todos 17 minutos el italiano Chiara, al mando de Ricardo Sassoli.

Sin embargo, en el ajuste final de los tiempos, éste fue superado por el Thumper, en la división all sails, que es la que admite el uso del spinaker, una inmensa vela que acá llamamos “redonda”.

En esta categoría también obtuvo un trofeo el Endless Starr, de tripulación cubana, que ganó el tercer puesto para el CNIH.

Atracado al muelle del restaurante Papa’s, en la Marina Hemingway, a bordo del Chiara había exaltación. El primer día no les fue bien, debido a problemas técnicos, pero en la final lograron buena salida, tomaron bien el viento y sacaron las velas oportunas en el momento oportuno. Esas son, para el equipo, las reglas del éxito.

DE TAMPA A LA HABANA

“¡Ver La Habana!”. Esta y ninguna otra fue la intención de la tripulación del Vintage Port IIcuanado cruzó el Estrecho de la Florida para ganar la regata en la división working sails. Ellos son unos chicos fantásticos y, después de media hora de conversación, uno sólo se pregunta cuándo volverá a encontrarlos.

El capitán se llama Walter McNeil, tiene 26 años y es estudiante de Física. A las ocho horas de zarpar de Tampa llegaron a Dry Tortuga, dice, donde hicieron noche y esperaron alguna mejoría del revuelto mar. Luego pusieron proa a Cuba y alcanzaron la Marina Hemingway y poca más de 10 horas.

Los otros a bordo son: Stephanie Gaskell, una bella estudiante de periodismo de 23 años de edad; Bobby Eccles, un chico que tiene 40 y es mecánico naval de profesión, y Jim Duncan, un serio ingeniero de 37.

Ellos mismos se asombran de su éxito, pues esta es la primera ocasión en que se reunen para regatear.

En orden de honores, al Vintage Port II le siguieron en su división el Endurable, de Canadá, y el mexicano Maya. Los campeones en working sails no vinieron por un triunfo, pero se tomaron su misión en serio y se mantuvieron unidos hasta el final.

La alegría fue el tope mágico de la regata. Mientras el mar rompía en olas espumosas en la dársena de Barlovento, los capitanes y sus tripulaciones picaban un cake delicioso junto a la piscina del rejuvenecido hotel El viejo y el mar. Bella manera de despedir 1994 entre amigos.

Pocos minutos después de la terminación, Cuban Review encontró a Bo Winters, presidente del Club de Regatas e inspirador de la travesía Sarasota-La Habana. Apremiaba el tiempo y únicamente una pregunta fue posible, con sólo esta respuesta:

“A pesar el mal tiempo, hemos sisdo afortunados en llevar a cabo una regata exitosa. Pudimos tener dos días de competencia y todos parecen complacidos; vamos a continuar todos los años con esta regata y esperamos que para el próximo vengan 100 barcos a competir”.

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