JAIBERO
De muchacho,
durante las vacaciones escolares que a veces pasábamos en el poblado de Campo
Florido, íbamos casi a diario a pescar con vara criolla al río Guanabo, donde
podía hacerse todavía una ensarta decente de biajacas, guabinas, alguna anguila
mañanera y tal vez las primeras tilapias que colonizaban las aguas del país.
A veces a mi primo
Mario y a mí nos acompañaba algún adulto con preferencia por las artes de red. Entonces
colocaban a lo largo de la orilla media docena de pandongas para hacer una
suculenta cosecha de camarón de ley.
La pandonga es una
red de tejido fino que se fija a un marco redondo de alambre, se ata con tres
tirantes a una línea principal y ésta se fija a una caña. El aro de la pandonga
mide unos 50 centímetros de diámetro y la vara o caña unos dos o tres metros;
el pescador usa varias, las encarna con piltrafa de carne, algún pez ahumado o
más bien chamuzcado, o alguna vianda, como yuca o boniato. Todo ello atrae a
los camarones y no se extrañe si alguna vez leva una jicotea, que está en las
mismas aguas siempre a la caza de alimento.
En una ocasión,
pescando en un recodo del río particularmente turbio, en lugar de camarones
comenzaron a llegar en la pandonga hermosas jaibas azules. Este crustáceo es
sumamente común en los ríos e incluso en las desembocaduras de aguas bajas y
lodosas, sus fondos eventualmente cubiertos de thalassias, o sea, seibadales.
La jaiba se prende
con sus patas directamente al alimento y come del mismo sin delatar demasiado
su presencia. El jaibero levanta cuidadosamente su pandonga para no alarmar al
animal y retira la presa, que es colocada en un balde con agua del mismo río
para que se mantengan vivas y frescas. Otro procedimiento de captura, observado
en la localidad costera de Caibarién, al norte de la provincia de Villa Clara,
consiste en lanzar la carnada al agua somera, atada a una línea de
monofilamento, tentar sutilmente hasta que se detecta la picada y traerla con
suavidad; al momento de cobrar, el pescador se provee de un jamo de mango largo
con el que toma la jaiba, que se desprenderá de la carnada en cuanto salga al
aire.
En casa, las
jaibas se limpiarán de sus órganos internos y serán hervidas en agua limpia; en
ese momento brota al aire su aroma de marisco fino. La masa es retirada del exoesqueleto
y empleada luego para enchilados, rellenos y frituras.
En
su obra de 1787, Descripción de diferentes piezas de historia natural, Antonio
Parra incluye al “Cangrejo Xaiva”, señalando: Esta solo tiene tres patas de cada lado, con las que anda; pero tiene
además de estas, unas como paletas de cada lado, cuyo uso ignoramos. Notable falta de imaginación del inteligente
coleccionista, a cuya nómina de peces es valioso acudir para obtener datos
tempranos acerca de la ictiología del país, ciencia que Poey consolidó en sus máximos
valores en el siguiente siglo. La jaiba usa esas paletas como órgano natatorio,
naturalmente, pero si nos fijamos ello ocurre principalmente en desplazamientos
verticales en el agua.
Según
una obra de 1917, compendio de unas notas realizadas por el naturalista J. C.
Gundlach a finales del siglo XIX, las jaibas se pescaban en gran número
en las redes que tendían los pescadores en bahías y ensenadas, “cuidándose muy
poco de recogerlas”. Señala, más adelante: En
los mercados abundan todo el año, siendo poco estimadas como alimento. Con
frecuencia se encuentran las que acaban de mudar su cubierta, llamándolas
entonces jaivas blandas y las solicitan los pescadores con preferencia a toda
otra carnada (*). Los
pescadores aficionados que frecuentamos las costas de arrecife estamos más
familiarizados con otro tipo de jaiba, nocturna ladrona de carnada, enredadora
de nailon e igualmente útil para encarnar el anzuelo. * Contribución al estudio de los crustáceos de Cuba. Notas del Dr. Juan Gundlach 1896,
compiladas y completadas por el Dr. José L. Torralbas 1903 y publicadas por el
Dr. Federico Torralbas, académico de número de la de Ciencias Médicas, Físicas
y Naturales de La Habana. etc. Habana, Imprenta y Librería de Lloredo y Ca., Muralla No. 24, 1917.
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